La Gran Sabana II


De vuelta del Aponwao hacia Kanavayen, una aldea pemón fundada alrededor de la antigua misión de los capuchinos y llena de encanto, nos encontramos con un matrimonio pemón, que a cambio de un cigarro nos permitió degustar su licor típico hecho con yuca fermentada que había hecho su mujer. Y la pregunta es ¿cómo se fermenta la yuca?, pues a base de escupitajos, pe ro lo bueno de estos viajes es conocer la cultura popular y todos probamos ese licor cuyo ingrediente secreto eran las babas de la mujer pemón.

Después de intentar conseguir hielo en Kanavayen, cosa que fue imposible, aunque Rocío con sus dotes de persuasión y negociación consiguió que un cantinero nos cambiase cervezas calientes y una cavita de regalo por cerveza fría, nos dirigimos a nuestro último d estino del día, Karuay.
A mitad de camino, bueno camino, camino no se puede llamar, era un sendero lleno de rocas que el pobre de Yupi tuvo que

Como decía, a mitad de camino vimos un pequeño incendio y como buenos expediciona rios paramos el carro y nos bajamos a pagarlo a golpe de botazos y Ricardo además aportó el agua acumulada en su propia manguera, como bien lo describió Pope. Claro, que luego nos enteramos que eran los propios pemones los que muchas veces los provocaban para es


En Karuay hay unas churuatas muy buenas para campar bajo ellas si amenaza con llover. Aunque parecen abandonadas, al poco tiempo de llegar apareció un pemón para que le pagásemos por utilizar su churuata, como el cielo no estaba muy despejado que digamos y los indios tienen que ganarse la vida de algún modo optamos por pagarle al pemón y acampar allí. Valga decir, que el pem

Menos mal que se sobrepuso al susto y degustamos otra cena suculenta hecha por La Ro, pechugas de pollo con queso fundido, ensalada, dulces árabes, vino y (como esta vez habíamos sido previsores y habíamos utilizado el río a modo de nevera) cervezas. Al final también acabamos haciendo kalimotxo (como buena cántabra, cuando fuimos a comprar nuestras previsiones no olvide incluir un brik de vino para caso de contingencia). Esa noche no vino ningún meteorito pero la pasamos bien y desbarramos bastante, bueno ya sabéis, jajajaja.

El domingo decidimos pasar el día en Karuay, fuimos hasta la cascada, un lugar bellísimo, el s onido del agua al caer, las ulular de las hojas de los árboles, las rocas,... que te inundaba de tranquilidad el espíritu y allí. Rocío, Ricardo y yo trepamos hasta un lado donde la fuerza del agua no era tan fuerte y nos metimos debajo de un chorro que actuaba a modo de ducha

Después de comer, fuimos de regreso a Kanavayen. Antes de irnos paramos en lo alto de la cascada Karuay y de regreso al carr


ESTA HISTORIA CONTINUARÁ...