Encrucijada de palabras

"Soy un individuo de una especie animal elevado por mis semejantes a la dignidad de ser humano". No sé de quien es la frase pero sí que es realista, por eso espero que a través de este espacio logre alcanzar algo de ese ser humano del que habla. Dicen que este nuevo medio de comunicación es aislacionista, que no fomenta el calor que te brinda una amistad, pero cuando quieres hablarle al mundo y no importa quién pueda escuchar, no importa que forma utilices, lo importante es conseguirlo.

30 agosto, 2007

Primeras impresiones de mi viaje a Buenos Aires

Estas son mis primeras letras desde Argentina, estoy recién instalada en el hotel y he decidido escribir mis primeras impresiones sobre Buenos Aires y el viaje de Venezuela hasta aquí.

En el avión de Caracas a Lima tuve una vista impresionante cuando estábamos a unos 40 minutos de pisar suelo peruano. Un círculo montañoso rodeaba una alfombra de nubes, la cual, de vez en cuando era interrumpida por el pico de una montaña más pequeña, que sólo lograba acercar su hocico lo suficiente para oler las nubes. Esa visión me hizo recordar el Everest, estar en la cima de una de esas montañas, a escasos metros de las nubes, debía ser algo parecido a lo que siente un escalador. Luego pensé que los picos más altos del mundo son los 8.000, así que esas “pequeñas” montañas que apenas sobresalían el manto nuboso debían estar a unos 6.000 o 5.000 metros.

Antes de ver este maravillosos espectáculo pude observar la cadena montañosa peruana, sin una tonalidad verde, todo marrón y polvo, sin carreteras ni vías de comunicación apreciables. Pensé en las duras condiciones en que viven algunos peruanos al ver, por lo menos eso parecía desde el avión, aquella cantidad de montañas estériles e inaccesibles.

Aunque después, los picos que sobresalían entre ese manto de nubes te transmitían una paz impresionante, por un momento desee poder teletransportarme a uno de ellos, sentirme allí, encima del cielo, encima de las nubes. Estar allá sentada, con las piernas colgando, los pies desnudos sintiendo las esponjosas nubes. Respirara ese aire, soñar, fundirme con el cielo.

Pero cuanto más nos acercábamos a Lima más vi la pobreza, no llegue ver la ciudad, ni siquiera sé que tan cerca está del aeropuerto, pero vi los arrabales, las endebles casitas de aluminio, el polvo, el esfuerzo por sobrevivir.

Ya en el avión que nos llevaba de Lima a nuestro destino, Buenos Aires, vi otro paisaje maravilloso, Las montañas, éstas ya sí de color verde, apagado, pero verde, con sus cimas cubiertas por una capa blanca, recordatorio de las últimas nieves. No sé qué montañas eran, ni en qué país estaban. Supongo que era Chile.

Cuando llegamos a Buenos Aires tuve mi primer contacto con la ciudad, en el trayecto que va desde el aeropuerto al hotel. Me gustó lo que vi, emana historia. Sus autopistas son amplías y bien asfaltadas. La Avenida 9 de Julio, creo que es ese mes tengo un lapsus, es la más grande e importante de la ciudad. En ella está el Obelisco, típico en las postales. La gente abrigada, acá es invierno, pero en la calle. Se ve que es una ciudad con vida y eso me gusta. Mi primera impresión es muy buena y supongo que irá mejorando con el paso de los días, a medida que la vaya descubriendo y os lo vaya contando.


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