Claro, y el tiro me lo den a mí
Lo malo de vivir a menos de 100 metros de un colegio universitario es que de jueves a sábado tu cuarto se convierte en un garito de salsa. A estos jóvenes pizpiretos les entra el cosquilleo del fin de semana desde el miércoles y empiezan a prepararse para el rumbón sabatino que les espera, para no desaprovechar y perder comba, ya sabéis. Con su entusiasmo juvenil se dirigen al abasto (supermercado) que hay debajo de mi casa, se avituallan de ingentes cantidades de cerveza, aparcan el carro (buga, coche, nave, como vos queráis) justo debajo de mi ventana y pone la música a todo volumen, sus preferencias suelen ser la salsa y el reaggetón, y oye, es oír la música y ya empiezan a montarse su propia pista de baile en mitad de la acera.
Como entenderéis, todo esto me supone a mí muchos problemas, desde el más básico: si cierro la ventana del balcón para que no me lobotomice con las letras de Daddy Yanke, me muero de calor y si la abro no puedo oírme ni los pensamientos, hasta uno un poco más delicado para mi salud mental (!!cualquier día me ahogó con la almohada¡¡).
Pues bien, Macu un día toda resuelta llamó a la policía y les reclamó que nunca mandaban a nadie, que ella vivía sola (creo que al policía se le abrieron los ojillos de la emoción, pero se contuvo y no le preguntó: "¿DÓNDE, DÓNDE? QUE YO VOY"), que estaban todos drogados (aquí eso de la droga es un poco tabú, por la cercanía a Colombia); que la llamaban “mujer de la mala vida” (que hay estamos en horario infantil) y demás buenas palabras hacia su persona. En fin... que los odiosos universitarios (y odiosos por reaggetoneros, no por universitarios), a los ojos de este buen servidor público, no quedaron precisamente como unos buenos corderitos de Dios, si no más bien como los hijos malos de su tío Lucifer.
Macu en esos estados de alteración, medio autoimpuesta para que le hiciesen un poco de caso, va y le dice a este nuestro agente de la autoridad "es que yo voy a cometer un asesinato, les voy a tirar una maceta y les voy a abrir la cabeza".
Y realmente aquí es donde viene lo interesante, el tipo va y le salta todo pancho, que sí, que adelante, que se la lance. Qué bolas, ¿no?, ¿y éstos son los que tienen que mantener el orden citadino?, pues estamos apañados. Y no os creáis, que la cosa no acaba, la respuesta de Macu también puede ser asombrosa, sobre todo para nosotros que podemos decir que vivimos (en mi caso que vivíamos) en un ambiente más o menos tranquilo. Pues bien, ella le contestó: "Claro, y que el tiro me lo den a mí, ¿no?"
Bueno, ahí os dejo esas perlitas para la reflexión, y es que no es broma, no sabes quién te va a salir con alguna gracia y los mejor en estos casos es ser precavido, así te estés muriendo de la arrechera (mala leche), por eso yo he optado por morirme de calor.