Encrucijada de palabras

"Soy un individuo de una especie animal elevado por mis semejantes a la dignidad de ser humano". No sé de quien es la frase pero sí que es realista, por eso espero que a través de este espacio logre alcanzar algo de ese ser humano del que habla. Dicen que este nuevo medio de comunicación es aislacionista, que no fomenta el calor que te brinda una amistad, pero cuando quieres hablarle al mundo y no importa quién pueda escuchar, no importa que forma utilices, lo importante es conseguirlo.

17 mayo, 2006

Los policias acostados

Confieso que le he visto el filón a este país demasiado tarde. Llevo un año por estos lares y no se me había ocurrido plasmar, negro sobre blanco, todas las conductas características que he ido descubriendo en este maravilloso territorio bolivariano. Pero como bien dicen nuestros mayores, más vale tarde que nunca, y hoy, sábado 24 de septiembre de 2005 a las 17 y 38 minutos, he cogido el toro por los cuernos y aquí me tenéis, escribiendo un montón de palabras que finalmente, cuando cierre está página de word, espero que se apiaden de mí y decidan ordenarse y cobrar sentido.
Para comenzar me voy a remontar muchos meses atrás, cuando apenas llevaba unos días en la patria de Bolívar. Miguel, mi taxista (todo un personaje del que no tardaréis en tener más noticias), había venido a buscarme a la radio donde yo laboraba. Nos dirigiamos hacia mi casa, cuando me dice que va a reducir la velocidad porque por esa zona hay muchos policias acostados. ¿Policias acostados? Me preguntó yo, menos mal que no osé hacer esa observación en voz alta. Como bien comprenderéis mi primer impulso fue sacar la cabeza por la ventanilla (cual perrito feliz en su desgracia, sin saber que sus amos le abandonaran en la gasolinera que queda a tres kilometros) y ponerme a mirar por todos lados en busca de policias acostados (¿en plan camuflaje? me interrogaba yo). Mientras tanto, me imaginaba singular práctica aplicada en la madre patria por la Guardia Civil, pero como comprenderéis, fue algo demasiado surrealista para mí (imagínate a Manolo, saliendo disfrazado de árbol en la autopista a la Coruña, megáfono en mano, y gritando: “A ver, usted, el del Renault 5 matricula S-7142-S, aquí le habla la autoridad, hagame el favor de arrimarse al arcén”, mientras intenta que las hojitas que lleva su bonito camuflaje de bello arbolito no se le metan en el ojo y las raices no le hagan tropezar. Grotesco.
Total, que intentando guardar en el baúl de los olvidos semejante espectáculo, volví a fijar mis ojos en la carretera, justo cuando Miguel gritaba “Ahí va el último policia acostado” y pisaba el acelerador. Y fue ahí, justo en ese momento de lucidez, cuando me di cuenta de que no estabamos hablando de policias (con su uniforme reglamentario, su gorra reglamentaria, su pistola y su porra reglamentarias y su siempre cara de malas pulgas reglamentaria) sino que de los que estabamos hablando era, nada más y nada menos, que de los BADENES!!!!!!!!!!! que habíamos dejado atrás. Entonces, tuve plena conciencia de que, hablar español, no supone entenderse en todos lo casos. Aunque, la verdad, no me quejo por lo menos el año que llevo aquí me ha regalado un bonito acento a lo Boris Izaguirre.


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