Encrucijada de palabras

"Soy un individuo de una especie animal elevado por mis semejantes a la dignidad de ser humano". No sé de quien es la frase pero sí que es realista, por eso espero que a través de este espacio logre alcanzar algo de ese ser humano del que habla. Dicen que este nuevo medio de comunicación es aislacionista, que no fomenta el calor que te brinda una amistad, pero cuando quieres hablarle al mundo y no importa quién pueda escuchar, no importa que forma utilices, lo importante es conseguirlo.

19 marzo, 2008

Mi caballero de la brillante armadura

Martes 18 de marzo de 2008, 4:30 p.m. Hace sol y acabó de salir de trabajar, la mañana ha sido bastante dura, tanto así que me he sentado a comer a eso de las 3 ó 3:30 de la tarde. Aprovechando el éxodo de la mayoría de los caraqueños hacia diferentes destinos turísticos en el asueto de Semana Santa, decido ir al banco a cobrar el cheque de mi quincena. Tengo la esperanza de que esta vez no tenga que aguantar la eterna cola que nos acompaña a los caraqueños en casi la totalidad de nuestra vida: cola para agarrar el carrito, cola para hacer cualquier diligencia pública, cola para llamar por teléfono, cola en las carreteras, cola, cola y más cola. Y no una colita de cinco personas por delante de ti, ni de diez, ni de veinte, ni de treinta. Hay veces que la cola es de cientos de personas lo que te hace perder horas y horas parado sin hacer nada más que esperar y desesperar. Eso es lo que me lo que indicaba el ticket que amablemente me dio la máquina expendedora de turnos del banco, porque sí, acá los bancos van por tuno, como la pescadería. Y es que en ese pequeño pedazo de papel había escritas las palabras más amargas que había leído en los últimos días: “106. Operaciones en taquilla. Por favor espere su turno. Clientes en espera 174. 18/3/2008 4:32 pm”. Es decir, tenía 174 personas por delante y unas cuantas horas de lento pasar del tiempo. Imaginaros que tenía el número 106 e iban por el 826. A eso de las cinco y tras conseguir sentarme en un sillón decidí ponerme los auriculares e intentar evadirme escuchando música y observando a la fauna humana que, como yo, estaban varados en el espacio y tiempo marcado por el banco. En esas estaba, observando un grupo de sifrinos un tanto inmamables que pululaban por allí haciendo una escandalera terrible, cuando de repente siento que alguien salido de la nada me toca el brazo, es un hombre, un madurito de buen ver, que se acerca a mí me pregunta qué número tengo, me entrega el suyo y me vuelve a preguntar por cuál van. Miró su ticket y veo que se está alejando, le llamó y le digo que van por el 948 (él es cliente del banco y les entregan otros números preferenciales con otro conteo diferente) y el suyo es el 950. Y en ese mismo instante me doy cuenta de que aún quedan buenas y bellas personas en el mundo, porque todo serio me dice, bueno, aprovéchalo tú. Después de interiorizar mi buena suerte, estaba por levantarme y plantarle un beso de agradecimiento, pero ya se había ido y no le veía. En el ticket pude leer que era cliente de alta preferencia. De hecho, acababa de sacar el número hacía minutos y su ticket indicaba 7 personas por delante, claro cuando me lo dio a mi aún eran menos. Estaba que brincaba en una pata, en brevísimo instante mi larga espera de varias horas se había transformado en una pequeña espera de escasos minutos. Ese hombre se había convertido en mi caballero de la brillante armadura, me había salvado el día. A las 5.20 y tras menos de una hora de espera, todo un logro creedme, había cobrado mi platica y podía irme a casa a tener mi merecido descanso. Claro, después de hacerme la comida para el día siguiente y todas esas cosas que hacemos las marujas que vivimos solas.

Por eso quería dedicar unos minutos de mi descanso a dedicar esta oda a mi benefactor caído del cielo. Y vaya desde acá un gracias para él, por fijarse en esta muchachita y encontrar algo en ella como para decidir darme a mí y no a ninguna otra de las decenas de personas que allí había su turno altamente preferencial. Olé por ti que me hiciste recuperar la fe en la raza humana.


Estadisticas web