La Cava Senior

Bueno, como os prometí me estoy enseriando y hoy vuelvo para contaros algo sobre mi vida en estas tierras. Además quiero saldar una cuenta pendiente que tengo con mi hermana Barbarela. Con la vorágine de noticias, acontecimientos y cambios que se ha experimentado mi vida durante estas últimas no tuve ni un momento para dedicarme a esta bitácora. Por eso, aunque la llame y le cante el cumpleaños feliz, tal y como se merece, no pude dejar constancia de que el 27 de junio pasado fuero su cumpleaños. Sé que ya pasó, pero “nunca es tarde si la dicha es buena”, así que desde aquí mis felicitaciones y no desesperes, que tal y como te prometí muy pronto llegará hasta ti una sorpresa de mi parte.

Una se pone a pensar cómo fue nuestra vida y la verdad es que fue bastante peculiar. Aunque hemos compartido casa, y durante varios años habitación, cuando siguiendo tus pasos me fui a Madrid ni siquiera nos planteamos la posibilidad de vivir juntas. Eso sí, nos la pasábamos una en casa de la otra. Aunque tenemos las mismas amistades y salimos con la misma gente, siempre nos mantuvimos más bien independientes en nuestros actos. Aunque peleábamos por cualquier vaina, no permitíamos que nadie que no fuese de la familia se metiese con nosotras, aunque tuviese la razón. Con el paso de los años todas esas cosas han cambiado, hemos cambiado las riñas por las confidencias y aunque no volveremos a compartir techo, sé que cuando vuelva al terruño tendré una nueva casa que invadir con mis lauracadas, como las llama Cebrecos. En ese sentido tengo mucha suerte, como ya os conté anteriormente, todas mis amigas se van a vivir con sus contrapartes, así que si me descuido voy a tener una casa para cada día de la semana. ¡Y luego dicen que para ser rico hay que tener dinero, cuando los amigos son suficientes! Y en amigos te incluyo a ti Barabara, eso sí una amiga ladilla a la que tenía que ver todos los días en casa, jajajajaja. Supongo que tú opinarás lo mismo de mí.

Pero como te decía, tendré una casa a la que llegar. Una casa que no es otra que tú casa, el símbolo de tu independencia y de una vida que comienza y que estoy segura de que será realmente de pinga, porque las personas como nobles como tú se la merecen (eso sí cómprate un libro de cocina, porque si no vais a acabar desnutridos, jajajajaja). Bueno, creo que en estas breves líneas he dicho más de lo que haya podido decir en años, así que aquí me detengo. Sólo me resta añadir: ¡Felicidades Bárbara!