Encrucijada de palabras: 05 enero 2008

Encrucijada de palabras

"Soy un individuo de una especie animal elevado por mis semejantes a la dignidad de ser humano". No sé de quien es la frase pero sí que es realista, por eso espero que a través de este espacio logre alcanzar algo de ese ser humano del que habla. Dicen que este nuevo medio de comunicación es aislacionista, que no fomenta el calor que te brinda una amistad, pero cuando quieres hablarle al mundo y no importa quién pueda escuchar, no importa que forma utilices, lo importante es conseguirlo.

05 enero, 2008

Isla Negra

El jueves, cuando viajábamos a la Patagonia, era el cumpleaños de Pope, así que el miércoles decidí ir a Isla Negra, así podía llegar pronto a Santiago y celebrar el cumple de Penélope con sus amigos. Isla Negra, es el pueblecito, a una hora y media de Santiago, donde Neruda se hizo construir su tercera casa. La compró en 1936 y es la más impresionante de todas. Allí, junto al mar, su gran pasión, está enterrado junto a su adorada Matilde. Esta es la casa que más objetos que Pablo Neruda fue acumulando a lo largo de sus viajes y de su vida. Pero que sean las imágenes las que os den una idea de cómo es ese lugar, aunque sólo del exterior porque en el interior está prohibido hacerlas.

La tercera casa de Neruda en Chile, concretamente en un pueblecito llamado Isla Negra, el lugar es espectacular, junto a la playa, junto al mar,...

Como os dije a Neruda le encantaban los barcos, pero en tierra. Entonces llevo una pequeña barca de pescadores hasta su casa y la plantó en su jardín, frente al mar, así si miraba al horizonte se podía imaginar capitaneándola entre las olas. Debajo del barco hay una placa donde se puede leer: "Todos fueron entrando al barco... Mi poesía en su lucha había conseguido encontrarles patria. Y me sentí orgulloso". Pablo Neruda. Los españoles de "Winnipeg". 1939-1997. A.W.

Neruda escribió lo siguiente sobre este ancla: El ancla llegó de Antofagasta. De algún barco muy grande, de aquellos que cargaban salitre hacia todos los mares. Allí estaba durmiendo en los áridos arenales del Norte grande. Un día se le ocurrió a alguien mandármela. Con toda su grandeza y peso fue viaje difícil, de camión a grúa, de barco a tren,, a puerto, a barco. Cuando llegó a mi puerta no quiso moverse más. Trajeron un tractor. El ancla no cedió. Trajeron cuatro bueyes. Estos la arrastraron en una corta carrera frenética, y entonces sí se movió, hasta quedarse reclinada entre las plantas de la arena. - La pintarás? Se está oxidando. - No importa. Es poderosa y callada como si continuara en su nave y no la desgañitara el viento corrosivo. Me gusta esa escoria que la va recubriendo en infinitas escamas de hierro anaranjado. Cada uno envejece a su manera y el ancla se sostiene en la soledad como en su nave, con dignidad. Apenas si se le va notando en sus brazos el hierro deshojado. Pablo Neruda. Una casa en la arena, 1966.