Encrucijada de palabras

"Soy un individuo de una especie animal elevado por mis semejantes a la dignidad de ser humano". No sé de quien es la frase pero sí que es realista, por eso espero que a través de este espacio logre alcanzar algo de ese ser humano del que habla. Dicen que este nuevo medio de comunicación es aislacionista, que no fomenta el calor que te brinda una amistad, pero cuando quieres hablarle al mundo y no importa quién pueda escuchar, no importa que forma utilices, lo importante es conseguirlo.

28 enero, 2008

La Patagonia, Torres del Paine

El 8 de noviembre lo pasamos viajando en avión hasta la Patagonia chilena Arenas, aunque Pope y yo teníamos diferentes vuelos. El suyo iba directo, pero el mío hacía escala en Balmaceda y llega unas horas después que ella. Lo bueno es que en ese tiempo aprovechó para enterarse de cómo llegar a Punta Arenas y en qué compañía de autobuses viajar esa misma tarde hacia Puerto Natales. Así que cuando yo llegue ya teníamos todo bien claro. Agarramos un bus hasta Punta Arenas, el cual nos deja a las puertas de la otra compañía de autobuses que nos tenía que llevar hasta nuestro destino: Puerto Natales. Y en ese mismos momento, en que bajamos del autobús, agarramos nuestros macundales y entramos en las oficinas para comprar nuestros boletos, vamos tuvimos a todos los astros, ángeles, arcángeles, hadas, o lo que queráis de nuestra parte, y es menos mal que entramos de primeritas porque compramos los dos últimos asientos del autobús, del últimos autobús que salía ese día hacía Puerto Natales, y es que eran cinco horas de recorrido. Tenías que ver la cara que se les quedo a dos guiris que venían justo detrás de nosotras, la maluca de Pope se alegró un poquito de eso, porque decía que saber que eran los dos últimos te hace disfrutarlo aún más. Lo malo es que más tarde, el destino nos cobraría ese regodeo, pero eso es otra historia. Total que entré una cosa y otra llegamos a Puerto Natales a las 11 de la noche, estaban todas las calles oscuras y sin un alma y nosotras no teníamos ni idea de dónde había una pensión u hostal donde quedarnos, pero otra vez tuvimos la suerte de nuestro lado. En las oficinas de los autobuses nos dijeron que a pocos metros había un sitio que aún estaba abierto. Nos encaminamos hacía allá y después de tener una conversación con el encargado, uno de los seres más extraños que he conocido, teníamos nuestra habitación y el tour del día siguiente ya planeado y pagado.

Tras ducharme, lo pase muy mal, hacia un frío espantoso y no teníamos secador de pelo por lo que mi cabecita estaba helada, nos fuimos a dormir. Pope prefirió ducharse en la mañana, algo que fue casi que peor porque nos levantamos bien temprano y aún caía la helada, y una vez hubo pasado ese mal trago nos fuimos a desayunar, estaba incluido en el precio, y pusimos rumbo a el Parque Nacional Torres del Paine. La verdad es que el tour estuvo muy bien porque íbamos en carro con un guía y otra persona, una señora chilena encantadora que había vivido en Argentina y España, con lo que nos agarró mucho apreció. Lo bueno era que nosotras le decíamos al guía donde queríamos parar, si queríamos hacer fotos y todas esas cosas, aunque claro, evidentemente había paradas ya establecidas en los lugares más emblemáticos.

Nuestra primera parada fue en mitad del camino hacía el Parque para ver a los guanacos, un tipo de llama propia de la zona, y que campa a sus anchas por el Parque y sus alrededores. Tuvimos la suerte de verlas paradas, corriendo, peleando, entrelazando sus cuellos, en fin, en una cantidad de posiciones a cada cual más graciosa. Tras este primer acercamiento a la fauna del lugar nos detuvimos en Laguna Amarga, aún fuera del Parque pero en la misma vía, en esta laguna, cuando hace buen tiempo, se pueden ver reflejadas en sus aguas las Torres del Paine, una formación rocosa que da nombre al Parque. Nosotros ese día no tuvimos suerte, pues el cielo estaba encapotado y tapada las Torres, así todo he visto fotos de esta laguna en días soleados y son espectaculares. Y, aunque no pudimos ver ese reflejo, si pudimos contemplar una manada de caballos que en ese momento galopaban por su orilla.

También, hasta de entrar al Parque, y tomando un pequeño desvío, está la Cascada Paine, a la que vale la pena ir, además, aunque después hay que volver al camino, está bien cerca y merece la pena verlo. Una vez dentro del Parque, que está lleno de lagos y lagunas, montañas, gran fauna y flora, glaciares y témpanos de hielo, nos paramos a ver dos de estas lagunas, Laguna larga y Laguna Los Flamencos. Esta última se llama así porque en ella se pueden ver muchas de estas aves, aunque nosotras sólo pudimos ver una a lo lejos. Seguimos camino hasta el mirador del Lago Nordenskjöld, un lugar espectacular, en el que, si bajas hasta la orilla del lago te embarga un silencio y una calma mágica, donde no oyes nada más que la naturaleza, lo que te hace sentir realmente bien. Fue cuando subía otra vez hacía el mirador cuando descubrí una de las flores típicas de allí, son realmente hermosas, debe ser por eso que las llaman zapatitos de la Virgen, son realmente raras y, aunque en su mayoría tienen un color amarillo también tiene una pincelada de blanco y granate que las dan una mayor belleza, ahí les dejo una foto para que lo vean con sus propios ojos. En ese mismo lugar divisamos, realmente cerca, un zorro, al que, por indicación del guía, intenté atraerle tirándole trocitos de jamón cada vez más cerca de mí, para ver si lograba que comiese de mi mano, pero esos animales son realmente astutos y aunque conseguí tenerle realmente cerca, nunca comió de mi mano. Y, para terminar de contemplar la escena, justo en ese momento pasó por allí la misma manada de caballos que habíamos visto en Laguna Amarga.

Tras dejar este lugar llegamos hasta Salto Grande, una cascada dentro del Parque, allí, en el camino de vuelta y tras proponérmelo el guía, escale una pequeña formación rocosa, aunque ni tan pequeña, en la que, una vez en su cima, me sentía como la reina del mundo. Cerca de este salto está el lago Pehoe, desde donde también se podían ver los Cuernos del Paine, otra formación rocosa característica del Parque. Tas rodear gran parte de este Lago y cruzar un puente que nos ponía rumbo al Lago Grey y sus témpanos, paramos a comer en uno de los tantos hermosos parajes del Parque, aunque, con el frío que hacía, tuvimos que comer dentro del carro. Nuestra comida era más bien escasa, ya que el día anterior, después de conseguir hospedaje nos fuimos, a eso de las doce de la noche, a un supermercado a comprar algo para poder alimentarnos hoy, lo malo es que el mini supermercado que quedaba abierto a esas horas, había sido arrasado por otros turistas y no había ni pan. Menos mal que la suerte nos seguía acompañando y la señora chilena nos regalo pan, he incluso un bocadillo con un guiso que había hecho ella misma y estaba buenísimo.



Con guanacos, especie de llama típica de estos lares y que está protegida.


Qué tiernos estos dos guanacos con sus cuellos entrelazados.


Estos guanacos en cambio parece que están luchando, o jugando, la verdad es que no me quedó muy claro.


Sin tener que entrar al Parque y en la vía hacia una de sus entradas se puede ver la Laguna Amarga, la cual, con buen tiempo refleja en sus aguas la formación rocosa llamada, Torres del Paine, ese mañana nosotros no tenemos suerte, pues el cielo estaba encapotado y tapaba las Torres, aunque pudimos ver fotos realmente bonitas de ese reflejo del que os hablo.


También antes de entrar al Parque Torres del Paine se puede agarrar un desvío para visitar la Cascada Paine, vale la pena, y aunque hay que salirse del camino para después volver a él, está cerca.


Pope en la Cascada Paine, que recibe su nombre por el río Paine, el cual después se adentra hacía el Parque.


Laguna Larga.


Pope en la Laguna Los Flamencos, se llama así porque allí se reúnen muchas de estas aves, aunque cuando nosotros fuimos sólo pusimos ver a uno.


En el mirador del Lago Nordenskjöld, si ya sé que es un nombre prácticamente impronunciable, más aún teniendo en cuenta que estamos en Chile, pero que le vamos a hacer.


Estas flores son típicas de la zona y se llaman zapatitos de la Virgen.


Cuando estábamos allí vimos un zorro al que intentamos atraer hacía nosotros comprándole con unos pedazos de jamón, claro que los zorros son astutos y esto es lo más cerca que conseguí que estuviese de mí. Le iba tirando pedacitos de jamón cada vez más cerca de donde yo estaba, pero nunca se acercó tanto como para comerlo de mi mano.


La manada de caballos que vimos en Laguna Amarga llegó al Lago Nordenskjöld, justo cuando nosotros nos íbamos de allí a seguir recorriendo el Parque.


Con Penélope en Salto Grande, justo cuando llegamos empezó a lloviznar y hacía un frío y un viento del carajo, por eso nuestras caras, jajajaja.


En una roca que había cerca del Salto Grande. Perro, me costó subir, pero el guía sabía por donde se podía hacer. Eso sí, una vez haya arriba me sentí llena de energía, la dueña del mundo, jajajajaja.


Los Cuernos del Paine, oteando desde lo alto del Parque.


El lago Pehoe en todo su esplendor entre las ramas de un arbusto ¿Podéis ver algo?


Lago Pehoe. Al fondo se pueden ver los Cuernos del Paine.


Otra vista del Lago Pehoe y los Cuernos del Paine, en mitad del lago hay una pasarela que lleva a un hotel que hay justo en mitad de sus aguas, debe ser espectacular quedarte a dormir allí, pero claro demasiado caro para nuestro presupuesto, por supuesto.


Con Pope en el puente que atraviesa el lago Pehoe y nos ponía rumbo al lago Grey y sus témpanos.


En este hermoso paraje a los pies del Lago Pehoe y con los Cuernos del Paine vigilándonos paramos a comer, aunque hacía un frío horrible y tuvimos que hacerlo dentro del carro.


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