Personal postal, disfunción eréctil y mala leche

Hoy estoy muy arrecha y con un humor de perros. Si ayer exaltaba la naturaleza humana, hoy todos esos buenos pensamientos se han esfumando con el viento. O mejor dicho, en un envío postal. Ocurre que aprovechando que mi familia me iba a enviar un pequeño paquete desde España por mi cumpleaños, les pedí que me enviasen dos reproductores mp3 para mi novio y una amiga, ya que allí están considerablemente más económicos que aquí y oye, si una puede hacer un poco más feliz la vida a los demás, ¿por qué no hacerlo?

La cuestión es que como dice Cebrecos, "hay más hijo putas que ventanas" y a mí, en vez del funcionario postal honrado y buena persona, me tocó el otro, el cabrón reprimido que padece disfunción eréctil y no tiene otra cosa mejor que hacer para paliar su frustración que dedicarse a joder la vida a los demás. En definitiva, todos mis regalitos (ropa fundamentalmente) llegaron a Caracas sin ningún problema, pero !ay! lo de los mp3 es otra historia, en el paquete no había ni rastro, ni una burbujita del papel en el que iban envueltos.

Y claro, una hace la correspondiente denuncia pero una tampoco es tonta y sabe que eso no va hacer que los reproductores aparezcan, ni siquiera que te reembolsen el dinero. La denuncia pasará de la oficina local a la regional, de la regional a la nacional, de la nacional a Correos España, Correos España la echará una ojeada y dirá que es culpa de Ipostel Venezuela y la devolverá a Caracas, Ipostel dirá que de eso nada y que son los españoles irresponsables los culpables del desatino. A todas estas ya habrán pasado unos tres meses y la pobre desafortunada (en este caso yo) sin saber nada sobre el tema, o teniéndose que aguantar la arrechera oyendo frases del tipo: "su denuncia aún se está procesando, llame en una semana".

En fin que antes de autoprovocarme una úlcera por culpa de un desgraciado impotente, me tomaré la vida a risa y esperare un milagro. Eso si, estemos claros, por menos de esto han empezado a actuar muchos asesinos en serie, aunque lo mío sería mucho más sutil, quemaría todas las oficinas postales de aquí a Madrid, pero eso da mucho trabajo y mucho estrés y prefiero dedicar mi tiempo libre a viajar, ir de farra y cultivar las bellas artes, en vez de amargar la vida a estos pobres profesionales por culpa de un único recontramamaguevo.