Paellada
El sábado 7 de julio, cuando quedaban sólo dos días para volverme a Caracas, mi familia organizó (previa presión psicológica mía) una paellada en casa de mi abuela. Es que todo el mundo decía que mi tío Juan Carlos hacía unas paellas buenísimas y yo todavía no las había probado, así que la Mª José hizo una llamada telefónica a mi tío, compró los mariscos y el sábado voila, estábamos todos poniéndonos las botas. Así que ya sabéis que toca hoy, fotos de la paellita y de la family. Ahí os las dejo.
La paella, ñomi, ñomi. No es que tuviese buena pinta, acá se estaba terminando de cocinar, es que estaba para chuparse los dedos. Jajajajaja, seguro que ya estáis empezando a salivar.
Mi limón, mi limonero,... No me he echó yo, bueno y mi abuela, zumos con los limones de este limonero, y es que de pequeña era el que más me gustaba.
Y de esta huerta, qué os puedo decir yo de esta huerta que con tanta pasión cuidaba mi abuelo, de aquí han salido rumbo a mi casa, y por ende a mi buche, lechugas, coliflores, tomates, pimientos, alubias,... en fin una cantidad de productos cultivados a la vieja usanza y con el ingrediente más importante, el cariño, la dedicación, y la satisfacción de saber que estás alimentando a varias generaciones de tu familia.
Rosa, rosae, una bonita rosa en el huerto de mi abuela. Estaba probando mi nueva cámara, a qué quedo arrechísima. Ya sé, ya sé, es la típica foto que te trae el portarretratos que compraste a tu madre para que pusiese una foto tuya, jajajaja, pero de verdad que la hice yo.
Esta también era probando la cámara nueva, pero me quedo de pinga. Bueno, por lo menos a mí me gusta. Debe ser porque el verde siempre me ha gustado, me recuerda a la tierruca en todo su esplendor, jajajaja.
Atención al careto de Mar que no tiene precio, jajajajaja.
Josi, mi abuela, que la pobre se está quedando un poquillo sordilla de una oreja y de vez en cuento hay que pegarle unos gritos para que se entere de las cosas, pero bueno, son cosas de la edad, ya nos gustaría a muchos ser octogenarios y estar tan divinos de la muerte.
César, el pequeño de la familia. Os voy a contar una cosilla que me tiene a mi muy mosqueada. Somos seis primos y todos, sí, todos, tienen los ojos azules, menos yo, que los tengo de color miel, entre verdosos y marrones. Conclusión, creo que me recogieron de un carromato, jajajajajaja.
Borja, el pequeño de su casa, como yo, pero no de la familia. Ahí donde le ven muchas veces es el más sensato de todos.
Saúl, hermano mayor de César y todo un cerebrito. Le encantan los dinosaurios y sabe de ellos más que cualquiera de la familia, de mayor quiere ser paleontólogo.
César como que estaba enfadado, creo que porque le di un beso de vaca, jejejejeje.
Las flores de la huerta desde la ventana del comedor, al fondo, las rejillas del gallinero.
Bueno cerremos con una foto coral. De aquí me fui a comprar el regalito para Víctor, después me encontré con Cuevas y Paco en el Bar y Vienes (Dios mío, fue como un flash back recordando viejos y buenos momentos). Después llegaron mi hermana y Fer y de allá nos fuimos de fiesta a Laredo, pero desgraciadamente de eso no hay fotos y eso que nos reímos todo lo que quisimos y más.