Una vuelta por San Felipe
Aprovechando que se presentaban unos días bastantes tranquilos en la oficina, el jueves pasado Yelitza, Mariaca, Víctor y yo decidimos hacer una escapadita a San Felipe, donde nuestro alto pana José Ramón necesitaba grabar unas imágenes piloto sobre cine para conseguir una sección promocional en la televisión local.
Así que, después de dejar todo listo en el curro, nos pusimos en marcha a eso de la una de la tarde. Durante el trayecto estuvimos peleando sobre con qué música debíamos amenizar el trayecto, estábamos escuchando Willie Colón, pero Yelitza, fiel a su espíritu de contradicción, se amotinó y decidió dejarnos de lado y ponerse a escuchar los Tres Dueños en la mp3 de Víctor, aunque después consiguió que cambiásemos a Salsa Brava y hasta nos deleitó con su canto. En La Encrucijada (verga, ahora que lo pienso es el propio nombre de un pueblo de las novelas de Sthepen King), lugar donde habíamos cuadrado encontrarnos con José Ramón, llenamos el buche degustando el típico sándwich de pernil, hablando guevonas y, como buena aspirante a japonesita que soy, inmortalizando dichos momentos en fotografías. De ahí seguimos carretera hasta Maracay, donde tuvimos que hacer un toque técnico por trabajo, para continuar viaje hasta Morón, lugar en el que se nos unió la mujer de José Ramón.
Por fin, a las 7 de la noche llegamos a San Felipe, capital del estado Yaracuy, para rápidamente ponernos a filmar las imágenes del piloto. La verdad es que la experiencia estuvo burda de bien, sobre todo cuando subimos a la sala de proyección y vimos esa inmensa máquina funcionando con precisión de relojería suiza. Lo malo es que no pudimos aprovechar la segunda función para ver Superman con un buen pote de palomitas, y al cabo de media hora nos tuvimos que ir con las palomitas y la música a otra parte. Aunque el cambio no resulto tan malo porque José Ramón nos llevo a una terracita encantadora donde pasamos una buena noche de charla y cervecitas.
Al día siguiente aprovechamos para hacer turismo express yendo a fotografiarme a la Plaza Bolívar para aumentar mi colección de fotografías en las plazas Bolívar de todo el país, jejejejeje. Después otra vez rumbo a Maracay, donde teníamos que cubrir una pauta de trabajo en una marcha, pero desafortunadamente nos agarró tremenda cola y no pudimos llegar, por lo que seguimos viaje directamente a Caracas. Al llegar y hacer algunas cosas en la oficina nos fuimos a despedir a Kelly, una compañera, que se va en busca de nuevos rumbos a tierras gabachas.
Y después, por fin a casa, donde al tener la suerte de que al día siguiente era sábado y no tenía guardia, pude hacer una de las cosas que más me gusta y hacía tiempo que no me daba el gustazo, dormir hasta el mediodía!!!! Algo que, la gente que me conoce bien, sabe que me encanta.