El retorno

Estos son los días, los del regreso a mi exilio voluntario, en los que una se pone a pensar sobre la distancia, la soledad y la tierra, con todo lo que esta última palabra implica, que dejo atrás. Esta, sin duda, es la vez que más me ha costado partir. Familia, amigos, recuerdos, lugares, olores, paisajes, que, aún sin ser una persona que ensalza la patria, pues como ya lo decía mi abuelo hay que ser ciudadano del mundo, me han marcado como persona y me seguirán marcado. Ha habido ocasiones en que no he vuelto la vista atrás, pues sabiendo lo que dejaba, estaba entusiasmada con lo que me esperaba. Esta vez no ha sido así, sólo hay una cosa que realmente me mueve a quedarme unos meses más en mi segunda patria, porque aún en estos momentos de bajón sigo amándola y apreciándola, y esa cosa es el teatro. Me encanta, a pesar de saber que estos serán sin duda mis meses más duros, también sé que mientras este en las clases, los ensayos y, finalmente, en las funciones, me sentiré plena porque es algo que me llena.

Este puede que haya sido uno de mis viajes más cortos, apenas 15 días, e igual no el mejor o el más intenso, o el que me haya propiciado mis mejores recuerdos, pero no sé lo que se me ha movido dentro, supongo que el reencuentro con mis amigos, con mi mejor pasado, con mis verdaderos y reales amigos, con esos que siempre, aún en los peores momentos o en los que por circunstancias no hablamos, sabía que estaban ahí si los necesitaba. Esos que te encuentras por el messenger sin saber que estabas en España y cuando se lo dices rápidamente organiza su agenda para quedarte contigo lo antes posible, esos a los que ahora necesito y echó de menos.