Obelix y las obras viales

Como diría Obelix, ¡Por Tutatis, están locos estos romanos!, y es que uno se puede imaginar que en Venezuela puede pasar de todo, pero esto ya es demasiado.

Que Caracas está llena de huecos es un hecho, y que algunos realmente podrían engullir a un camión cual boa constrictor, también. Esta es una de las razones por las que los carros aquí no duran tanto, entre bote y bote se van perdiendo o dañando las piezas que engrasan sus entrañas. También por esta causa da la impresión de que todos los caraqueños conducen borrachos, y es que sortear los socavones te obliga a ir de acá para allá haciendo eses, e incluso provocando accidentes.

Pues bien, a la alcaldía metropolitana se le encendió la bombilla, aunque no del todo, y decidió implantar un plan vial con un slogan que dice algo así como: Hoy te causa molestias, pero mañana todos lo disfrutaremos. A lo que yo respondo: ¡y una mierda!

Como os dije al alcalde se le encendió la bombilla, pero se le debió fundir al momento porque desde hace varios días están de obras por mi calle, pasan la aplanadora, taladran el cemento, echan asfalto, hacen un ruido del carajo, y todo eso A LAS 11 DE LA NOCHE.

Así, como lo oís, en vez de cortar la calle y trabajar de día, nos dan la turra durante buena parte de la noche. Yo, que duermo como una marmota no me quejaría si empezasen cuando ya estuviese en el quinto sueño, pero como no es así ya he pensando en organizar una legión de vecinos insatisfechos y, cacerolas en mano, dirigirnos, cual hordas asesinas, hacia su tranquila y apacible residencia y tocarle un rato los cojones en plan tuna universitaria.

¿Dónde ha quedado la urbanidad?, ¿la condescendencia con aquellos que van a tener que volver a votar para reelegir a este alcalde desconsiderado? Lo que más me arrecha (léase molesta, enfada, encoleriza) es que seguramente vuelva a salir reelecto. Eso es lo malo de la polarización y la división política, da igual si se hace una buena o mala gestión, lo importante es que no gane mi adversario, porque aquí, en política, todo se ve, oye y dice en términos bélicos.