La Patagonia, Torres del Paine II
Con la barriga llena llegamos al Lago Grey, donde por el mal tiempo no pudimos ver a lo lejos el glaciar Grey, pero en cambio si pudimos ver los témpanos de hielo que se habían desprendido del glaciar y habían llegado cerca de la orilla del Lago en la que ahora nos encontramos. Allí hacía un viento arrecho, aunque lo realmente llamativo era que en los lugares o momentos en los que no soplaba se veía perfectamente que los arbustos y árboles de la zona habían crecido constantemente con ese viento y por tanto, aunque no lo hiciese parecía que sí, pues tenían esa forma. Como se que cuesta creerlo, también hay una foto de eso y, os aseguró, que en ese momento no hacía viento. Allí también pudimos contemplar el ciruelillo, otra flor autóctona. Además, de la orilla del Lago donde nos encontrábamos rescatamos un pedazo de hielo milenario, de hielo del glaciar, al que, evidentemente no me resistí de dar una lametada, menos mal que la lengua no se me quedó pegada, jajajaja. En la playa de piedritas que había recorrimos montones de piedras, a rayas, con formas y dibujos extrañas, pero, lo que más cogimos fue cuarzo, sin tallar, claro está, pero piedritas de cuarzo con las que, aún me tengo que pensar, que me voy a hacer, un colgante, unos pendientes, una pulsera, las tres cosas, jajajaja. No todo el mundo tiene cuarzo patagónico, así que hay que lucirlo, además te tiene que dar una gran energía, más aún teniendo en cuenta que es mi mineral favorito.
Esta fue nuestra última parada en el Parque, después salimos de él para dirigirnos a las Cueva del Milodón, el camino nos dio para todo pudimos ver el Lago del Toro, pinchamos y tuvimos que cambiar una rueda, vimos un cóndor que estaba aprendiendo a volar, salió el arco iris, echamos una pequeña siesta,… Después de eso llegamos a las Cueva del Milodón, lugar que se llama así porque en 1895 se descubrió en esta cueva trozos de piel, huesos y otros restos de un animal desconocido: el Milodón. Este mamífero fue integrante de la fauna primitiva patagónica, el cual tenía una piel de rojizos y largos pelos con huesecillos dérmicos. Su andar podía ser en cuatro patas o en dos, apoyándose en su gruesa cola. Su extinción se produjo hace unos 10.000 años. Allí también se puede ver la Silla del Diablo, una gigantesca roca con forma de asiento, de ahí su nombre.
Tras este periplo que nos llevó casi todo el día llegamos al hostal, donde nos duchamos y nos cambiamos para ir a cenar con los griegos, a los que habíamos encontrado de nuevo en Puerto Natales. Cenamos en un lugar, un tanto caro, pero con carisma. De allí fuimos a tomar unas cervezas a una taberna con futbolín y todo, en el que pos supuesto echamos unas partidillas. De ahí, ya de madrugada, nos volvimos al hostal para poder descansar unas horas, pues al día siguiente partíamos hacia el Perito Moreno, en Argentina y teníamos por delante 5 horas de camino de ida y 5 horas de camino de vuelta. Además del tiempo que estuviésemos ante ese imponente glaciar, el cual superó todas nuestras expectativas, aunque eso, ya os lo cuento mañana.
El Lago Grey, en la playa de pequeñas piedras recogimos piedritas de lo más singulares, incluso cuarzo. Gran parte de la vuelta al carro la pase caminando mirando hacia abajo para ver que maravillas encontraba. Me traje como una bolsa de piedras de este viaje. Me encanta esta foto.
Es que las tonalidades no me dejan de sorprender.
Te quedarías contemplándolo durante horas, su color azul es alucinante.
Visto desde este ángulo tiene forma de perrito y todo.
Como diría Jesulín, en dos palabras: im-presionante. Jajajajaja.
Con los témpanos de hielo que se desprender del glaciar Grey y que el viento trae hasta esta orilla del lago, ¿a que son impresionantes?
Os acordáis de lo que os comentaba de que los árboles crecen como si les estuviese dando el viento, bueno, aquí tenéis la prueba. En el momento de la foto no soplaba, estaba todo en clama. Arrecho, ¿verdad?
Otra flor típica de la zona es el ciruelillo.
Hielo milenario, traído por las aguas directamente del glaciar Grey, que está al otro lado del lago.
Lamiendo el hielo milenario. No, no se me quedó la lengua pegada.
Ya fuera del Parque vimos el Lago del Toro, el más grande de todos.
Y para completar el día pinchamos.
Un cóndor aprendiendo a volar.
En el camino hacía la Cueva del Milodón se nos pareció el arco iris, como el tercero que veíamos ese día.
Cueva del Milodón.
Con el Milodón.
La silla del Diablo.