El 16 de enero, un día antes de nuestra vuelta a las Américas, decidí llevar a Víctor a conocer Comillas, un pueblo costero de Cantabria en que muchos artistas modernistas catalanes dejaron un pedacito de su arte, dotando a este lugar de un gran encanto.
Dando la bienvenida al cementerio de Comillas se encuentra esta excepcional escultura de Josep Llimona i Bruguera llamada El Ángel Exterminador.
Las paredes del perímetro del cementerio con sus pináculos y la puerta principal son un trabajo de Lluís Domènech i Montaner, que recibió un encargo de mejora y agrandamiento hecho en 1.893. Este cementerio se construyó sobre los restos de una antigua iglesia gótica del siglo XV.
Como curiosidad os diré que Lluís Domènech i Montaner es el mismo que se encargó del Palau de la Música de Barcelona.
Algunos panteones también fueron diseñados por Domènech y esculpidos por Llimona, como el de la familia Piélagos. Desde el cementerio se puede ver el mar lo que le imprime un encanto particular.
Esta es mi futura casa, lo que pasa que ella aún no lo sabe, jajajaja.
La Universidad Pontificia de Comillas fue creada el 16 de diciembre de 1890, erigida por el Papa León XIII, mediante el Breve "Sempiternam Dominici Gregis". En sus inicios era un seminario católico para la formación de candidatos al sacerdocio procedentes de toda España, Hispanoamérica y Filipinas, promovido a instancias del padre jesuita Tomás Gómez Carral (1837-1898) y construida por su patrocinador, Antonio López y López (1817-1883), primer marqués de Comillas, y su hijo Claudio López Bru.
Después de setenta y cinco años de labor académica en Comillas se decidió, en 1968, su traslado total a Madrid y abrir la institución a la enseñanza de seglares cristianos.
El Seminario Mayor de la antigua universidad de Comillas diseñado por Lluís Domènech i Montaner.
El Palacio de Sobrellano perteneció a la familia de Ocejo. El marqués adecuó de este modo sus propiedades a su nueva posición social. El conjunto fue proyectado por Juan Martorell hacia 1878, constituyendo un claro ejemplo de la reacción pintoresca frente al clasicismo. Para la construcción de la capilla-panteón el arquitecto siguió modelos del gótico perpendicular inglés y centroeuropeo, dando como resultado una catedral en miniatura, acorde con el espíritu profundamente religioso del artífice y de don Claudio López Bru, segundo marqués de Comillas.
Los panteones fueron construidos por escultores catalanes modernistas, como José Llimona y Barbany y Agapito Vallmitjana. También se añadió el mobiliario religioso diseñado por el joven Antonio Gaudí, el cual además diseñó los kioscos de los jardines.
El Capricho fue proyectado por Antoni Gaudí i Cornet y construido entre los años 1883 y 1885 bajo la dirección del arquitecto Cascante Colom siguiendo los planos de Gaudí. El proyecto fue encargado por Máximo Díaz de Quijano que deseaba tener una casa de veraneo al lado del palacio de Sobrellano, que era el palacio de su concuñado el primer marqués de Comillas.
La casa es el proyecto de un joven Gaudí, que todavía no había adoptado un estilo arquitectónico definitivo dentro del Modernismo, pero que muestra aquí su fantasía combinada con una visión contemporánea de la arquitectura combinada con la adopción de elementos históricos como el estilo neomudejar.
Durante la Edad Media, la villa de Comillas fue conocida como la villa de los Arzobispos, ya que en su municipio nacieron numerosos que ejercieron su labor en las colonias de Latinoamérica. La actividad pescadora de sus barcos era la mayor fuente de ingresos durante esos siglos. El descubrimiento y posterior explotación de las minas de calamina en 1852, y un turismo estival que continúa hasta nuestros días supuso un aumento de la población que se comenzó a articular a partir de la plaza de la Villa. Con las aportaciones de los Marqueses de Comillas y una serie de importantes arquitectos catalanes como Gaudí, la villa se convierte en un ejemplo de modernismo.
Este peculiar bar, con un aspecto muy propio de los años 60, se encuentra bajando del Capricho de Gaudí por el lado contrario al Palacio de Sobrellano.
Esta típica casona montañesa es un buen ejemplo de la magnífica arquitectura popular y las casonas solariegas con sus escudos, propias del linaje de la época (XVIII), que se pueden contemplar recorriendo las calles de Comillas.