El avionzote
Primero deciros a todos que estos últimos días antes de las elecciones de este próximo 3 de diciembre no podré escribir mucho porque estamos llenos de trabajo y sacar tiempo es difícil, de hecho esta semana pasada prácticamente no pude escribir nada porque, de nuevo, me encontraba de viaje en el interior. Aunque este viaje fue algo diferente porque en vez de recorre cientos y cientos de kilómetros en camioneta bajo un sol asfixiante, tuvimos la suerte de ir en una avioneta prestada para tal efecto. Pero no una avioneta cualquier, la avioneta. Sólo os digo que yo me sentía como Madonna. Claro que no eran a mí a quien se dirigían todas las miradas y a quien filmaban todas las cámaras de televisión, más bien al revés, pues era yo la que cámara en mano me encargaba de dejar constancia audiovisual de todo nuestro periplo regional. Así todo goce una bola, sobre todo en la avioneta: 10 puestos, asientos de cuero, detalles en maderita, refrigerios a bordo (incluido el eterno wiskhy), posibilidad de dormir cómodamente apoyando las piernas en el asiento de enfrente..., es decir, todo lo necesario para tener un viaje al más puro estilo del glamoroso Hollywood.
Al tocar tierra la cosa cambiaba un poco, un sol que no te daba ni un segundo de tregua, recorridos por barrios corriendo, saltando y empujando para lograr buenas tomas de la visita, el tiempo justo para cumplir todos los compromisos previstos, etc. Pero realmente lo pase bien y como le dije a Julián: "Esto es mejor que el gimnasio, sudas como una desgraciada, adelgazas al menos medio kilo y además no tienes que pagar por ejercitarte, qué más puedo pedir si después de todo ese trajín me esperaba ese avionzote para relajarme y echar una siestecilla".