Glaciares
Al día siguiente, después de haber salido en la noche con nuestros amigos griegos y llegar bien tarde nos paramos a las 6.30 de la mañana para poder desayunar antes de salir hacia Argentina y ver uno de los glaciares más grandes e impresionantes del mundo, el Perito Moreno, en El Calafate. Yo creo que jamás Pope ni yo imaginamos la belleza que nos íbamos a encontrar.
El salir por la noche nos vino bien pues dormimos las cinco horas que duraba el viaje en furgoneta hasta Argentina, salvo los dos controles de aduanas, el de Chile y el argentino, por lo que no me enteré mucho del paisaje. Al entrar al Parque donde está el glaciar todos estábamos expectantes para ver por primera vez ese pedazo de hielo inmenso. El guía con el que había estado hablando en una breve parada que hicimos en El Calafate me estuvo contando que casi no pasa por nosotras porque la dueña del hotel le dijo que habíamos llegado tarde y seguramente no nos levantaríamos, menos mal que fue por nosotras, porque si no hubiese matado a la señora. Me hizo gracia porque me preguntó de donde era porque tenía un acento extraño que no lograba situar y claro le conté que soy española pero vivo en Venezuela, lo simpático fue que el creía que era mexicana, vamos que tengo una ensalada de acentos impresionante. Además fue bien majo porque no tenía tabaco, ni dinero argentino y me compró una cajetilla para que pudiese fumar. Bueno, en lo que estaba, nos contó que en el parque sólo hay un hotel desde donde se ve el Perito Moreno y ¿a qué no sabéis de quien es? Pues de los Kirchner.
Al final llegamos al glaciar y nos montamos en un barco que nos acercaría a pocos metros de una de las paredes del glaciar, bueno lo que sientes y ves allí es alucinante, no sé ni cómo describirlo, por eso os dejo ahí las fotos para que juzguéis vosotros mismos. Es espectacular cuando se caen algunos pedazos de glaciar, el ruido que hacen al chocar contra el agua y las olas que levantan.
Tras este paseo te llevan a una zona desde donde se puede ver la parte alta del glaciar, ese río inmenso y del que no alcanzas a ver el final, hielo y nieve por todos lados a los que miras, un blanco tan espectacular que hasta te hace daño a los ojos de la belleza que irradia, te dan ganas hasta de llorar, como si tus pupilas no pudiesen aguantar una naturaleza que crea fenómenos tan perfectos. Y mientras estás allá, totalmente obnubilado por lo que estas viendo, escuchas en la mitad de este río de hielo un ruido que va creciendo y recorriendo el glaciar, cual pieza de dominó, que al llegar, tras varios minutos, a la pared del glaciar, se detiene por unos segundos y vuelve, más estrepitoso aún, cuando el témpano choca contra el agua, levantando una cantidad inmensa de agua como si fuese un pequeño geiser. Ver la parte superior del Perito Moreno es aún más fascinante que contemplar la pared, ya que es aquí donde entiendes cómo se forma y de donde viene está formando, sin dejar de percibir esa parte de misterio. Es algo que no imaginas.
El Perito Moreno es el único glaciar en el mundo que en vez de ir en retroceso, va creciendo cada año, ya que se mantiene un equilibrio entre el hielo superior y el que se está inmerso. Este crecimiento da lugar a un fenómeno que lleva a miles de visitantes hasta El Calafate cada cierta cantidad de años, creo que son cuatro. En uno de los lados de la pared hay un pedazo que no tiene hielo por el que pasa el agua, cuando el glaciar va avanzando ese hueco se ve taponado por este témpano gigante, lo que hace que el agua ejerza presión sobre el glaciar, cuando la presión es insostenible esto hace que una pequeña parte, pero bastante grande, se caiga, dando un espectáculo único a todo aquel que tenga la suerte de verlo.
Después de haber tenido la dicha de poder ver este prodigio de la naturaleza, nos dirigimos hasta e pueblito de El Calafate donde paramos durante una hora por si queríamos hacer compras, ni que decir tiene que Pope y yo, después del subidón de adrenalina del Perito Moreno y de que habíamos dormido poco, estábamos muertas y queríamos irnos de una para Chile. Así que miramos algunas artesanías y nos metimos en un café para hacer tiempo. Realmente deseábamos que la vuelta fuese exactamente igual a la ida, un espacio en blanco en nuestro cerebro, un paseo por le mundo de los sueños, pero desgraciadamente no tuvimos esa suerte. Lo bueno es que pudimos disfrutar de la pampa argentina, aunque cinco horas de pampa ya son muchas horas, pero hay que pensar en positivo.
Llegamos a Puerto Natales como a las 10 de la noche y evidentemente nos fuimos directamente a nuestras camitas, pero no sin antes contratar un viaje en barco para el día siguiente, al que por cierto, también fueron nuestros amigos los griegos, Sam y Dimitris.
Espero que os gusten las fotos, a mi me encantan.
Después de ver esto sólo puedes pensar, valió la pena.
La pared del Perito Moreno, 5 kilómetros de ancho y 60 metros de alto.
Nada más bajarnos del barco desde donde vimos la pared del Perito Moreno a pocos metros de distancia. Estábamos eufóricas, como podéis ver.
La parte superior de uno de los mayores glaciares del mundo, donde se origina todo.
Es que realmente es una visión increíble.
Y yo estuve allí, pana, viendo la foto me siento como coronando el Everest, jajajaja.
El Perito Moreno, no hay más que decir.
Así se ve la pared del Perito Moreno de cerca.
Detalle aún más de cercano de la pared del glaciar, el azul es impresionante.
Los pequeños trozos de hielo que quedan en el agua después de que cae un témpano, o de los bloques que se van derritiendo una vez caídos al mar.
Empieza el descenso, la atracción de la gravedad hacía el mar. El ruido, aunque en una foto no se pueda oír, es impresionante.
El témpano ya está a punto de caer.
Por fin, y tras una larga cadena de hechos que hacen posible este acontecimiento, el pedazo de hielo se hunde en las profundidades del mar.
De regreso, como no pude dormir, tuve tiempo de disfrutar la famosa pampa argentina.
Aunque puede parecer monótona, más aún recorriéndola durante horas, en el atardecer la pampa te regala unos paisajes asombrosos. Debe ser bien duro vivir en ella, con el frío invernal y nadie en kilómetros a la redonda.
De regreso a Puerto Natales pusimos contemplar el ocaso en la pampa argentina.