La vicepresidenta del Gobierno, Dolores Gorostiaga, ha entregado hoy el I Premio ' Cantabria Coopera al Cooperante' a Miguel Cavada Díez, quien ha participado en el acto a través de una videoconferencia desde El Salvador, durante la cual destacó que "la cooperación con solidaridad y justicia siempre genera cambios, pero también cambiamos nosotros, los cooperantes".
El premio, dotado con tres mil euros y un obsequio conmemorativo, fue recogido por Felipe y Corina Cavada, padre y hermana respectivamente del premiado, quien confesó que de quien más aprendió fue del arzobispo Oscar Romero, asesinado en 1980.
Con esta iniciativa, la Vicepresidencia del Gobierno quiere reconocer la trayectoria de personas que hayan destacado por su dedicación y labor solidaria a favor de países y poblaciones en vías de desarrollo. La candidatura de Miguel Cavada fue presentada por la ONGD 'Círculo Solidario', cuyas representantes estuvieron en el acto de entrega de premios.
Dolores Gorostiaga destacó que el galardonado "no es un cooperante al uso", ya que "no ha viajado a El Salvador después de formarse en un curso sobre cómo hacer proyectos bajo el enfoque de marco lógico, no ha habido una ONGD respaldando su viaje y nadie le esperaba a su llegada a El Salvador".
Para la vicepresidenta, el valor de la labor de este cántabro ha sido y es, "estar al lado y apoyar a campesinos en su día a día durante estos 30 años, una labor realizada en silencio, sin reconocimientos y desde la humildad".
En su intervención a través de videoconferencia, Cavada ha agradecido al Gobierno de Cantabria este reconocimiento, que para él y su familia es "un motivo de alegría y celebración" precisamente cuando dentro de un mes se cumplen 30 años de su vida en El Salvador. Cavada ha recordado especialmente a su madre y ha dedicado el premio a su padre, hermanos, a su esposa e hijos.
"Nunca pude imaginar que mi primera travesía desde Pontejos a El Astillero fuera el augurio de otra travesía, no ya de una ría, sino de un océano para llegar a El Salvador", señaló Cavada quien dijo tener "muy buenos recuerdos de mi infancia y juventud y siempre llevo a Cantabria en el corazón con cierta nostalgia".
TrayectoriaMiguel Cavada Diez nació en Pontejos (Marina de Cudeyo) en 1956, pero a los pocos años su familia se trasladó a El Astillero, donde establecieron su residencia y cursó sus estudios de Bachillerato.
A los 20 años se fue a Valencia a estudiar Teología y allí descubrió la Teología de la Liberación y se propuso investigar más sobre esta corriente, yendo a uno de los epicentros de la misma, El Salvador. Entonces Miguel tenía 22 años (1978) y no imaginaba que ese pequeño país se convertiría a la postre en su residencia definitiva. Muestra de ello es su matrimonio con una salvadoreña y sus dos hijos también nacidos en dicho país.
En El Salvador inició su especialización académica en la Teología de la Liberación en la Universidad Centroamericana (UCA) 'José Simeón Cañas', cursando una maestría que no resultaría fácil de acabar. En 1980, la UCA vio interrumpida su labor académica debido a las amenazas contra la comunidad jesuita de la universidad -que dirigían la escuela teológica, respaldando la línea pastoral de Oscar Romero-, incluyendo atentados dentro del campus universitario. Poco después estallaría oficialmente la guerra civil que mantendría al país en el caos hasta enero de 1992, cuando se firmaron los acuerdos de paz en Chapultepec (México).
Al comienzo de la guerra, Miguel Cavada, en lugar de regresar a Cantabria como hicieron algunos de sus compañeros estudiantes, decidió quedarse en El Salvador, haciendo labores de acompañamiento a las comunidades marginales de Jiquilisco (sureste de El Salvador). No obstante, pronto se vería obligado a regresar de forma temporal a Cantabria . A los pocos meses, con el apoyo económico de su familia, regresaría, para quedarse, a El Salvador.
Una vez allí, volvería a las deprimidas comunidades de Jiquilisco y retomaría sus labores de acompañamiento a las víctimas de la guerra. Como él dice, en la situación bélica en la que se encontraban, "poco podía hacer una única persona", así que muchas veces, se limitaba únicamente a reunir a los niños y niñas de la comunidad y con una guitarra les tenía entretenidos "horas y horas".
Poco a poco, se fue relacionando con otras personas que, voluntariamente, realizaban tareas de acompañamiento en comunidades similares a la suya y empezaron a trabajar en conjunto, poniendo en marcha talleres de formación con la intención de que la población se auto-organizase. Ese fue el germen del Equipo Maíz.
Y es que, la labor de Miguel Cavada no se puede desligar de la del Equipo Maíz, organización que él fundó en 1983 y que dirigió durante diez años. En esta organización, de la que hoy sigue formando parte como miembro de la Asamblea General y como colaborador en el departamento de publicaciones, ha desarrollado todo su trabajo social como capacitador y como redactor.
El Equipo Maíz es una organización formativa laica e independiente políticamente, especializada en Educación Popular que trabaja especialmente para dotar a los sectores populares (cantones y suburbios) y, en especial, a líderes de grupos de base y promotoras de cambio social, de información y capacidad de analizar su realidad, y aplicar una metodología participativa de trabajo organizativo que parta de las causas de las desigualdades sociales, abordando la concentración de la riqueza y las relaciones de inequidad entre géneros. Es decir, su fin último es el fortalecimiento de la sociedad civil a través de la organización comunitaria.
Miguel Cavada ha sido capacitador de talleres de Educación de Popular sobre diversas temáticas, especialmente en materia de Participación Ciudadana, Alfabetización Económica y Memoria Histórica, durante más de 20 años. Además, ha sido redactor de 34 publicaciones populares distribuidas en todo Centroamérica, EEUU, Brasil, Italia y Suecia, con una media anual de 51.000 lectores.
En abril de 2008 recibió el premio 'BIPO', otorgado por una red de colectivos a su labor como promotor comunitario y por su amplio trabajo en pos del fortalecimiento de las organizaciones y la sociedad civil salvadoreña.
Fuente: El Diario Montañes
P.D: Felicidades, cuando uno hace las cosas de corazón sin esperar nada a cambio siempre obtiene su recompensa, que no necesariamente tienen que ser premios, que se agradecen, pero que no dan tanta satisfacción como la sonrisa de las personas a las que tiendes una mano amiga de forma desinteresada y altruista.